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Juntas familiares



Las juntas familiares son una poderosa herramienta de Disciplina Positiva para generar fuertes lazos y mejorar la comunicación familiar. Son reuniones que la familia organiza a la semana, quincena o mes (según su disposición de tiempo), con la finalidad de crear un espacio de convivencia destinado para que los miembros de la familia se hagan apreciaciones y reconocimientos mutuos y también para buscar soluciones conjuntas a problemas o desafíos familiares.


La duración de la reunión es de aproximadamente 30 minutos y la idea principal es reforzar la unión y la comunicación para que todos los miembros de la familia se sientan pertenecientes, reconocidos y valorados. Se comienza con agradecimientos que los padres se hacen entre sí, por ejemplo, la mamá puede empezar diciéndole a su pareja: “Amor, quiero agradecerte por tu disposición de llevar cada mañana a nuestra hija a la escuela, en verdad lo aprecio mucho” Este agradecimiento debe ser sincero y puede ser por cualquier motivo. Es la oportunidad para resaltar esos pequeños o grandes detalles que los miembros de las familias hacen unos por otros y que usualmente pasamos por alto, pero son el motor de cada día. Luego el esposo o compañero, agradece algo a la madre y seguidamente, los padres agradecen o aprecian algo a su/s hijo/s, por ejemplo el papá puede comenzar diciendo: “Hija, aprecio mucho tu esfuerzo por vestirte rápidamente para llegar a tiempo a tu escuela, eso que haces ayuda mucho a la familia”.

En este momento pueden preguntar al/los hijos si ellos quisieran agradecer o apreciar algo a sus padres y a sus hermanos. Si el niño/a se niega, debemos respetarlo y no forzarlo/a. El proceso de hacerse apreciaciones lleva un tiempo de asimilarse, y un niño pequeño podría no saber cómo hacerlo al ser algo nuevo, por tanto, forzarlo causaría el efecto contrario a lo que deseamos lograr. Hay que dar espacio y esperar a que los niños entiendan de qué se trata.


Una vez se han realizado las apreciaciones y/o agradecimientos, se plantea un reto familiar al cual se desee buscar una solución. Este reto puede ser desde el tiempo adecuado para mirar televisión, la hora de hacer las tareas, la hora de jugo, la hora de llegada a casa de los hijos adolescente, la división de las tareas domésticas, dónde serán las siguientes vacaciones, etc., etc. Luego se invita a todos los miembros de la familia a anotar la lluvia de ideas y sugerencias que surjan como soluciones al desafío, y se vota cual idea se pondrá en práctica. Posteriormente, se pone el plan en marcha por cierto tiempo (el necesario para ver un resultado palpable) y se fija la fecha de la siguiente junta en la cual se revisará la efectividad de la idea escogida, o bien, se cambiará por otra más efectiva. Las juntas finalizan con una comida o un juego familiar. Cabe mencionar que una junta familiar no es un espacio de discusión, agresión o acusaciones. Caer en esto sólo provocaría rechazo y poca disposición por parte de los miembros de la familia para participar en una siguiente reunión. Por tanto, si esto comienza a suceder, alguno de los padres (el que se de cuenta primero) debe decir: “Estamos alejándonos del cometido de nuestra reunión familiar; será mejor postergarla para otro momento en el cual mostremos mejor disposición para hablar sin acusarnos”. Implementar una rutina de juntas familiares lleva un tiempo de adaptación, pero una vez que se logra, todos empezarán a apreciar sus maravillosos resultados, los cuales incluye disminución del compartimiento desafiante y más disposición a la colaboración familiar.


Los animo a ponerlas en práctica!



Por Carla Herrera Entrenadora en Disciplina Positiva Directora de Pequeño Gran Humano

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