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Límites a la manera de Disciplina Positiva

El propósito que tenemos que tener presentes los padres a la hora de poner límites, es pensar en ellos como un medio para mantener a nuestros hijos a salvo de peligros y adaptados al medio social. En este sentido la puesta de límites cobra una nueva visión y se aleja como un método de control al cual los padres suelen recurrir para lograr que sus hijos les hagan caso, lo que sí se logra a través de forjar un vínculo afectuoso, comunicativo y de respeto mutuo entre grandes y chicos.

Otros padres piensan en poner límites como una tarea más a palomear/tildar dentro de la lista de cosas que los padres “debemos hacer”. Estoy de acuerdo con esto, viviendo en sociedad, sin límites simplemente no podríamos funcionar porque nos sentiríamos perdidos y desbordados, ¡pero cuidado! usemos el criterio y antes de actuar en automático preguntémonos cual es el propósito y la utilidad de ponerles límites a los niños para actuar desde un “porqué consciente” y no desde un “porqué automatizado”.

 

Poner límites quiere decir guiar y educar al niño para enseñarle qué está bien y qué está mal hacer, porque su vida está en riesgo o porque lo que hace no es una forma adecuada para relacionarse sanamente con otras personas, llámense padres, hermanos, familiares, amigos, compañeros, niños del parque y sociedad en general.

 

La Disciplina Positiva va más allá de establecer una serie de reglas que los niños han de seguir porque los padres decimos. Implica una enseñanza profunda y consciente para que ellos puedan comprender y asimilar de forma interna el porqué de las cosas. Este paso resulta fundamental en la puesta de límites, porque si los papás nos dedicamos a establecer una serie de reglas y luego nos encargamos de hacerlas cumplir a rajatabla a través de sermones, castigos o el control excesivo, los niños simplemente se revelarán cuando los padres no estén presentes y actuarán conforme ellos quieran o crean mejor. De esta manera, el límite no es asimilado como una herramienta útil para el niño, sino que lo entenderá como una imposición por parte de sus padres sin llegar a comprender su verdadero significado. Es por esto que Disciplina Positiva propone una puesta de límites en conjunto con los niños, porque cuando ellos son tomados en cuenta, sobretodo en situaciones donde son protagonistas, se muestran más dispuestos y colaboradores. Esto sucede así porque los niños al ser considerarlos se sienten respetados y valiosos, lo cual les provoca un sentimiento de bienestar y disposición. En este sentido padres e hijos hablarán de las reglas de la casa y el por qué los límites son importantes. Por ejemplo, pueden idear juntos cuales son los límites para ver la televisión, jugar, el momento de hacer la tarea, ordenar su cuarto, la hora de ir a dormir, etc.

Los padres siempre serán quienes establezcan una pauta coherente ante el límite, pues el niño no puede decidir que su límite de ver la televisión será de 3 horas seguidas, pero sí podría decidir que llegando de la escuela le gustaría descansar mirando la televisión el tiempo que se acuerde y que luego de ese tiempo le tocará hacer la tarea. Hay límites en los cuales los niños no pueden participar en su implementación porque no son opcionales como por ejemplo: insultar, pegar, agredir, robar o morder a otras personas. Tampoco pueden participar de la puesta de límites que tienen que ver con su seguridad como por ejemplo: no cruzar la calle con luz roja, usar cinturón de seguridad, jugar con fuego o tocar los enchufes por citar algunos. En estos casos los padres deben actuar serenos y firmes a la vez diciendo siempre lo mismo: “no se pega porque duele”, “no se toca el fuego porque quema”.

Cuando un límite es transgredido, Disciplina Positiva propone evitar el castigo y dar seguimiento involucrando al niño a través de preguntas como: ¿qué pasó?, ¿cuál era el acuerdo?, ¿qué harás ahora para solucionar este asunto? De esta forma el niño entiende que sus acciones tienen una consecuencia directa tanto en el ambiente como en las personas y que eso conlleva una responsabilidad por su conducta. Los padres también podrán servirse de frases firmes y amables a la vez para modular las conductas de sus hijos tales como: “te entiendo pero mi punto de vista es este”, “sé que puedes decir lo mismo de una manera respetuosa”, “te amo pero la respuesta es no”, “debes esperar, en un momento más es tu turno”, “no me gusta que me hables así”, o “confío en que sabrás encontrar una solución útil”.



Por Carla Herrera Entrenadora en Disciplina Positiva Directora de Pequeño Gran Humano

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