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Cultivar la sana autoestima

La sana autoestima es una cualidad del ser humano que debe forjarse, no es algo con lo que se nace. La autoestima es la valoración personal que cada ser tiene de sí mismo, y esa valoración subjetiva va forjándose a través de los mensajes que nos reflejan las personas con las cuales convivimos en el día a día.



Mensajes del tipo “Ten cuidado, o ¿acaso eres tonto/a?”, “Te lo he explicado mil veces. ¡Que lento/a eres!”, “Eres un latoso/a”, “Porqué no puedes ser cómo tu hermano/a?”, etc., etc, calan la psique del niño/a cincelando lentamente su cerebro y asentando las creencias de esos mensajes en su personalidad.


Cuando los padres o cuidadores usan este tipo de frases, suelen hacerlo con la intensión de animar al niño/a a mejorar su conducta o comportamiento, sin embargo, el efecto es el contrario puesto que lo que los padres dicen son “palabras santas” para un niño/a y se las creen. Si eres una persona afortunada que cuenta con una sana autoestima, es decir, que te quieres y aceptas tal y cual eres, tomando decisiones que cuidan de tu bienestar físico, psíquico y emocional, si mantienes relaciones saludables con otras personas y sabes cómo detener a aquellas que te hacen daño, es gracias a que cuando fuiste niño/a, tu mamá, papá o cuidador dedicó mucho tiempo para decirte lo valioso que eras, dedicó tiempo a conocerte y, sobre todo, supo cómo amarte incondicionalmente aceptando tus errores sin juzgarte y celebrando tus aciertos.


Si hoy como adulto/a, tu autoestima te lleva a ser una persona que puede enfrentar los problemas de la vida con valentía, creatividad y positivismo, llevándote a buscar soluciones más que culpables, es precisamente porque cuando fuiste niño/a, alguien creyó en ti y supo cómo guiarte con amor y respeto siendo firme y amable al mismo tiempo. Ese alguien supo cuidar sus palabras y la forma de acercarse a ti cada vez que estuvo contigo, por eso eres afortunado/a.


En Disciplina Positiva, usamos el aliento y la motivación para forjar la sana autoestima de nuestros niño/as, lo que a su vez mejora el comportamiento porque los niños se sienten tenidos en cuenta. Lo que ellos hacen, contribuye de manera significante al bien de la comunidad (familia o escuela) a la cual pertenecen, y al hacérselos notar a través de las “tres maneras de dar aliento” que les comparto a continuación, logra que además de sentirse capaces y valorados tengan mayor disposición a la cooperación. Tres maneras de dar aliento:

  • DESCRIBIENDO: Describo una acción concreta, ejemplo: “Veo (o me doy cuenta) que has puesto tu mochila en su lugar”

  • APRECIANDO: Usa frases que muestren aprecio o agradecimiento, ejemplo: “Muchas gracias hijo por haber puesto tu mochila en su lugar”

  • EMPODERANDO: Uso frases que hacen sentir capaz al niño/a, ejemplo: “Confío en que cooperarás al orden de la casa poniendo tu mochila en su lugar”

La crianza con amor es el camino para la creación de sociedades más respetuosas, cooperativas y empáticas, porque un niño/a criado con amor, dignidad y respeto, es un adulto que trata a sus semejantes bajo los mismo valores, ¿estás de acuerdo?.










Por Carla Herrera Entrenadora en Disciplina Positiva Directora de Pequeño Gran Humano


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