Principios de la Disciplina Positiva
Principio I. Pertenencia y Significancia
Pertenecer y ser reconocido para nuestra familia (primer círculo social al cual pertenecemos) es la meta que todo ser humano persigue al nacer.
Esto se debe a que el bebé humano es totalmente dependiente de sus padres o cuidadores, necesita de su ayuda para satisfacer sus necesidades básicas y poder prosperar en la vida. Estas necesidades son emocionales y fisiológicas y ninguna de ellas son prescindibles, es decir, todas son necesarias para crecer y desarrollarse sanamente. En este sentido, es tan importante el alimento y los demás cuidados que brindamos al bebé, como el amor que le demostramos constantemente al atender sus necesidades emocionales, lo cual forja los lazos de apego seguro entre mamá/papá/cuidador y bebé.
Este amor, atención y cuidados influyen positivamente en el comportamiento de los niños conforme van creciendo. Esto se fundamenta en estudios que han demostrado que cuando las personas sentimos una conexión y vínculo con nuestros cuidadores al hacernos sentir amados, importantes y valiosos, nuestro comportamiento y forma de relacionarnos con esas personas tiende por naturaleza a ser más suave, amable y armonioso.
Principio II. Amabilidad y Firmeza
En la crianza se habla de tres estilos parentales básicos: el autoritarismo, el permisivismo y el democrático.
El autoritarismo es aquel estilo donde predominan los deseos o intereses de los padres sobre los hijos. Es un estilo donde el niño no tiene libertad de expresión ni de decisión. Hay un control excesivo por parte de los padres y cero opciones para el niño.
Se dice que hay ORDEN SIN LIBERTAD y el respeto se centra en satisfacer únicamente las necesidades de los padres.
En el estilo permisivo la balanza se inclina hacia el lado opuesto; el del niño, donde todo se basa en satisfacer sus necesidades y deseos quedando de lado las propias necesidades de los padres y de las situaciones. El niño tiene el control y si no se hace lo que pide, cae en verdaderas tormentas emocionales de berrinches y pataletas. Sus padres están siempre rescatándolo y complaciendo sus caprichos.
Se dice que hay LIBERTAD SIN ORDEN y el respeto se centra en satisfacer únicamente las necesidades de los niños.
El tercer estilo llamado democrático (o Disciplina Positiva para nosotros), está basado en el equilibrio de respeto que exigen las necesidades de los padres, de los hijos y de las situaciones. Por eso se basa en la amabilidad y la firmeza al mismo tiempo.
¿Pero cómo logramos ser firmes y amables a la vez?
Basándonos en el respeto mutuo. La amabilidad es la forma en la cual los adultos demuestran respeto hacia las necesidades los niños y la firmeza es la forma en la cual lo demuestran por sí mismos y las necesidades de una situación.
Se dice que hay LIBERTAD CON ORDEN basados en el respeto mutuo entre padres e hijos.
Principio III. Identificar las Creencias tras las Conductas
Cuando los niños se sienten desconectados, de forma inconsciente, tienden a caer en comportamientos desafiantes para que los adultos se percaten de sus necesidades de amor y reconocimiento.
Estos comportamientos son intentos fallidos por volver a conectar (sentirse queridos e importantes) y en Disciplina Positiva los llamamos metas erradas.
Se dice que son fallidos o erróneos porque con esta conducta lo niños obtienen de los adultos lo contrario a lo que buscan. Ellos desean obtener la atención sus padres para sentirse conectados, pero sus comportamientos desafiantes los alejan de esa meta.
Las metas erradas son cuatro y su creencia equivocada (pensamiento inconsciente) para cada una de ellas son las siguientes:
ATENCIÓN: El niño cree que pertenece sólo cuando tiene la atención de sus padres y todos a su alrededor. Son niños con comportamientos muy demandantes y exigentes.
PODER: El niño piensa que pertenece y es importante sólo cuando está al mando o cuando no permite que al menos sus padres lo estén. Sus comportamientos son muy desafiantes, del tipo “mira lo que hago y no puedes obligarme”.
VENGANZA: El niño que cae en esta meta siente dolor por no sentirse amado e importante para su familia y ese dolor lo lleva a pensar: “No perteneceré ni seré valioso pero al menos me puedo vengar”. Son niños que no muestran una energía exacerbada o de alta demanda pero que cuando pueden hacen alguna travesura para molestar a sus padres o hermanos.
INSUFICIENCIA: Estos niños de plano creen que es imposible pertenecer y ser importantes, por tanto, se han dado por vencidos. Son pequeños que les cuesta mucho terminar tareas o emprender cualquier tipo de actividad porque se sienten incapaces de poder hacer algo por sí mismos. Necesitan guía constante y apoyo de sus padres para lograrlo.
La tarea -nada fácil- que tenemos los papás, es esforzarnos por descubrir los mensajes ocultos debajo las conductas de nuestros en lugar de solamente reaccionar a ellas. Un papá criando a un hijo bajo una filosofía de crianza respetuosa en lugar de pensar: ¿porqué mi hijo me hace esto? se pregunta: ¿para qué mi hijo hace esto?
Hay un punto importante a tomar en cuenta para el correcto entendimiento de este principio y es el siguiente: Los niños tienen muchos comportamientos desafiantes a lo largo de su crecimiento; esto es perfectamente normal y esperable. Esto se debe a que están aprendiendo y conociendo el mundo que los rodea y la mayoría del tiempo no son “metas erradas” sino comportamientos propios a su edad y maduración.
La pauta que tomamos en cuenta, entonces, para pensar que un pequeño ha caído en una meta errada, es el sentimiento de impotencia y de desorientación de sus cuidadores al no saber cómo responder de forma asertiva un comportamiento reiterado y agravado por parte del niño. “Prueban de todo” y simplemente la situación no mejora. Es a partir de ahí cuando podemos pensar que algo no esta bien y es necesario indagar para mejorar la situación.
Principio IV. Enfoque en Soluciones
Los niños están en un proceso constante de aprendizaje. Castigarlos por los errores que puedan cometer en el camino hacia la adquisición de habilidades es no respetar su proceso de crecimiento y lastimar su autoestima.
Cuando enseñamos a los niños a enfocarse en soluciones, les estamos dando la oportunidad de relacionarse de forma cooperativa con los demás y de obtener herramientas que se llevarán consigo para al siguiente reto.
El castigo se queda en el presente, en la situación puntual, y se tiende a educar bajo la creencia de que el niño debe “pagar o sufrir las consecuencias” de sus actos cuando en realidad nadie debe “pagar por aprender”. En cambio, el enfoque en soluciones mira hacia el futuro y su objetivo es generar en el niño un pensamiento del tipo: “Este es el problema, ¿qué puedo hacer entonces para solucionar esto?”
Principio V. Errores como Oportunidades de Aprendizaje
Enseñar a un niño a ver un error como una oportunidad de aprendizaje, no sólo deja intacta su autoestima (pues no se siente mal o culpable por equivocarse), sino que también fomenta su capacidad para resolver problemas, despierta su pensamiento creativo, aprende de la experiencia, fomenta su sana autonomía y crece con un valioso mensaje: “Equivocarse es humano, pero yo puedo aprender de mi error y hacer algo para enmendarlo o al menos intentarlo”.
Principio VI. Fomentar el Interés Social (Gemeinschaftsgefühl)
Disciplina Positiva es una filosofía humanista, promueve el sentido de COMUNIDAD Y EL INTERÉS SOCIAL como parte del valor humano.
Adler decía que el ser humano que vive en sociedad debe perseguir el bien propio dentro del bien colectivo.
Esto quiere decir que ese individuo que se desarrolla en sociedad puede contribuir de manera significativa en la comunidad a la cual se siente perteneciente y valorado y que de acuerdo a cómo sea esa conexión y ese lazo con la comunidad, la persona puede ser un ciudadano útil y colaborativo dentro de ella.
Este principio busca inculcar en los niños la idea del bienestar personal dentro del bienestar colectivo (familiar, escolar o social).
Principio VII. Juntas Familiares
De igual manera que Disciplina Positiva promueve valores y el sentido de comunidad hacia la sociedad, lo hace hacia el seno familiar a través de la práctica de JUNTAS FAMILIARES.
Las juntas familiares son un espacio de encuentro semanal, quincenal o mensual (dependiendo de las necesidades de cada familia) donde sus integrantes se juntan para compartir y agradecerse mutuamente por las cosas que han hecho unos por otros.
Además de practicar el agradecimiento entre unos y otros, el principal cometido de una junta familiares es buscar soluciones conjuntas a los desafíos o problemas familiares. Esto se logra poniendo sobre la mesa el asunto a tratar y consultando opiniones y posibles soluciones a ese tema.
Pero algo a prestar atención, es que una junta familiar nunca debe ser escenario para tratar problemas de fondo delante de los hijos ni para hacer reproche, no es ese su cometido. Son espacios pro-activos que buscan ante todo el acercamiento, el refuerzo de los lazos familiares y el respeto por las necesidades de todos los miembros de una familia.
Deben ser breves (20″ ó 30″) y terminar con una actividad lúdica como puede ser un juego de mesa o la planeación de las actividades que realizará la familia el fin de semana.
Principio VIII. Estímulo y Motivación
El Dr. Rudolf Dreikurs (discípulo y colaborador del Dr. Alfred Adler) decía: “Los niños necesitan del estímulo tanto como las plantas necesitan del agua, no pueden vivir sin él”. Esta frase nos dice que la crianza de un niño debe estar regada de acciones que los ayuden a bien crecer.
Debemos procurar dar a nuestros hijos el mensaje de amor a cada instante para que ellos se sientan pertenecientes, amados y valiosos.
A continuación les dejo una serie de ideas para forjar el vínculo entre padres e hijos.
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Ofreciéndoles nuestro amor incondicional
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Validando sus sentimientos
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Empatizando con sus emociones
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Escuchando lo que tienen para decir
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Creándoles rutinas y participándolos en su creación
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Estableciendo señales para mejorar la comunicación
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Permitiéndoles vivir las consecuencias de sus elecciones
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Dándoles la oportunidad de solucionar sus problemas
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Poniéndoles límites y estableciendo reglas de convivencia claras
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Redirigiendo sus conductas en lugar de castigarlos
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Respetando sus ritmos de crecimiento y desarrollo
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Animándolos a mejorar y progresar si se equivocan
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Ofreciéndoles contención y aliento cada vez que lo necesiten
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Haciéndoles preguntas e interesándose en conocer su mundo